No tenemos miedo, ni sueños, ni hambre, ni dudas. Vivimos solos, amados, asustados, buscando momentos inolvidables, sensacionales, estrambóticos e irreales. Somos nosotros; pocos, muchos, ruidosos o callados, los que vivimos experiencias no-renovables que quedan guardadas; llenas de polvo, olvidadas, marginadas… en el más oscuro rincón de nuestros cerebros; cansados, arruinados, expectantes y despampanantes.
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